Alejando pensamientos egolatras, autocompasivos y destructivos, adoptó la postura que solía adoptar y se dispuso a retorcer su espiritu en pos de una contemplación productiva, arropado de una enorme capacidad para sentir y ahondar en las lejanas profundidades de sus heridas sin saber que ese era el dia en el que se le revelarían unas de las claves de su existencia. Aún sabiéndose poseedor de una gran sensibilidad y de todo el daño que le conlleva ese ejercicio, sabía que esa era su esencia, la de un ser sumergido en un tejido social ajeno en el cual dejaba atónito a todo el que pasara por su lado por el misterio e incomprensión que regalaba. Ese era su escudo y protección ante un mundo de superficies planas y alineadas donde él invertía todos sus valores y esquemas dotándole a lo propio de un sentido natural jamás descrito en un paisaje humano. Su concepción de la naturaleza era tal que equidistaba millones de años de lo que estaba preestablecido por las autoridades morales y culturales.
Esto ya lo conocía en muchos de sus viajes a los satélites del conocimiento, pero esta se reveló en una forma tangible, capaz de saborearla y llorarla.
Así, haciendo caso a su intuición se dispuso a leer la carta que esperaba a que la leyeran en el momento adecuado y penetrando entre sus palabras y líneas descubrió q
ue no procedían de ninguna parte de lo que se conocía como Planeta tierra, descubrió que la vida inteligente que tanto ha reclamado la humanidad en el universo no poseían los mismos cánones de inteligencia, que los seres superiores extraterrestres no son superiores por su avance tecnológico ni por su ciencia, ni siquiera por su evolución física, solo supo que en algún lugar espacio-tiempo la naturaleza se pervirtió, se reveló y nos dejó solos.
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